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viernes, 18 de julio de 2014

Poema : Surrealista





Nebulosa tempestad

con escombro se afirma


un sentimiento.



Paupérrimas intrigas



 suposiciones con 



brechas de imaginación

se deteriora un gran amor.

Opresión abdominal

dolor en el pecho,

Quiere Gritar

Quiere Llorar

De sus ojos desborda

injustos cristales amargos;

Cristales frágiles..

con moldes finos

de París.

Noctambulo dolor

Herida injusta

acusación usurpada por

Un absurdo

Un absurdo surrealismo

como en la época de oro

París,

cuna de los surrealistas,

dejo secuelas en su cerebro

atrofiado por la imaginación.

Traumas del pasado sufre

el amor.

Traumas que dejo Hitler


Al ser pintor,

fracasado

Pintor frustrado 


A la venganza!..


A la venganza!..


A la venganza !..




Acabo con el  surrealismo

Tristeza en los cuadros..


 Judíos


Pobreza en Alemania


Pobre Alemania!



Y no acabo contigo,



Y no acabo tú mente,


surrealista desconfiado

con falsas acusaciones

señales que generan mutación

Puñalada ensangrentada 

con olor fragante de Amor

Amor divino,

Dividido por el inconsciente

De un pasado.

Amor profundo,

Que envuelven los huesos

De sinceros sentimientos,

y lo desgasta

Y lo merma

Hasta unir sólo nuestras almas.



                                                                                                                   Dedicado a mi surrealista

miércoles, 2 de julio de 2014

Una Historia de Escritura - Parte I


Los caminos son fríos  en esta época de invierno, las calles están en silencio y el mar se encuentra nublado por la marea. Aquellos bañistas de verano disminuyeron, y ahora sólo quedamos algunos pueblerinos.  ¡Ya sé puede pescar sin ruido!
La tranquilidad es aquella paz que libera el espíritu.  No hay nada más placentero que las olas del mar y el silencio,   lugar donde suelo escaparme para encontrar la paz del universo con mi ser;  es el espacio ideal para descubrir  respuestas a tantas interrogantes.
Recuerdo cuando entregaba mis primeras cartas de amor,  apenas tenía once años, escribía entre líneas,  hasta tres hojas de tamaño grande. Y ahora me pregunto,  ¿qué hacía entregando cartas de amor a esa edad?  Tengo una respuesta: Apenas llevaba cinco cursos en un cuaderno, quizás mi educación  no fue la adecuada  para mantener  ocupada a una pequeña niña inquieta. En aquellos tiempos el lugar donde vivía,  se llamaba, El Pueblo Joven San Antonio, en la ciudad de Iquitos – Loreto.
Un lugar  con piso de tierra y baches,  donde se sufre de inundaciones  desde hace muchos años, con desagües mal hechos. Actualmente, sólo es una pista asfaltada y por eso le otorgaron el derecho de ser llamado ¨ Av. San Antonio ¨ Sin embargo, aún continúan las inundaciones en ese mi barrio.
Entre inundaciones,  y un verano resplandeciente yo crecí, están allí mis más hermosos recuerdos de infancia.
Me encontraba jugando con mi colección de muñecas de papel, en la vereda de mi casa, era mi colección de Candy, la Barbie  y otras muñecas de moda. La diferencia es que eran de papel, ellas tenían todos sus accesorios; sus ropas, zapatos, maquillaje. Lo guardaba  en un cuaderno viejo que no usaba. Cada muñeca de papel me costaba diez céntimos, tenía mucho cuidado cuando lo recortaba, ya que era parte de mi colección.
Mientras me encontraba jugando, comenzó a llover fuerte con relámpagos y truenos, con mucha prisa guarde mis muñecas en el cuaderno, entre a mi casa, dejé mi cuaderno encima de mi cama. Y de nuevo salí para jugar mientras llovía. Mi hermana que se encontraba en  casa me dijo: De nuevo vas a salir, está lloviendo, te vas a mojar. Y yo respondí: Sí, voy a jugar en la lluvia. Y sólo escuche de ella: a bueno, yo no sé sí mamá te encuentra y se enoje, no importa le dije.
Mi amiga la ojo de búho, así era su chapa, con ella  siempre jugaba vóley  y también nos bañábamos en la lluvia. Uno de nuestros juegos preferidos fue jugar  a la resbaladera en las veredas   mientras llovía, porque nos resbalábamos con facilidad con el agua. Nos lanzábamos de barriga y hacíamos competencia, el que se resbalaba más lejos ganaba. Primero fuimos las dos, luego aparecieron tres amiguitos más.  Y terminamos jugando, Declaro la Guerra, consistía en avanzar cinco pasos,  y luego lanzar la pelota para matar al otro país, de seguro algunos de ustedes lo habrán jugado.
La lluvia duro casi toda la tarde, mientras yo jugaba con mis amigos, mi hermana intentaba llamarme, yo la ignoraba.  Después de unos minutos  escuche un grito, una vocecita que traspasaba las gotas: Sara, mamá te llama. Me fui corriendo a mi casa, para ver qué pasaba, la sorpresa era  que nos estábamos inundando de nuevo.
 Cuando voy a mi cuarto a cambiarme mi ropa mojada, me doy con la sorpresa que  mi cuaderno de colección de muñecas se había mojado por la inundación, y por consiguiente  mis muñecas de papel se despintaron.
 Fue un día triste para mí, porque por culpa de la inundación mis trecientos muñecas de papel se mojaron, lo había coleccionado con mucho sacrificio, ahorrando de cinco centavos para comprarme. Que te digo: En vez de comprarme un caramelo prefería comprar una muñeca de papel.
Después que se detuvo  la lluvia,  toda la casa parecía un pozo; y todos mis hermanos tuvieron que coger sus  baldes para desaguar, sacar  el agua almacenado. Mientras yo sacaba el agua, con mi tazón, mi enamoradito a quien yo le escribía cartas de amor,  pasaba por mi casa;  me miraba, Se reía y movía su cabeza,  y yo me avergonzaba de tal manera que me escondía, pero  ahí estaba mi madre para  decirme: Ya Sara tú también a sacar agua, que corona te manejas!
Me encuentro sentada frente al mar, respirando aire puro, con el viento rosando mi rostro  y elevando mis cabellos ondulados,  siento la frescura del agua en mis pies.
Toda está tranquilidad en mi interior me trasporta a aquellas cartas de amor, como para responder unas cuantas interrogantes  que toda la vida me lo hice. ¿Por qué siempre tengo la necesidad de escribir? ¿Por qué cuando escribo me siento completa? ¿Desde cuándo comencé a escribir? La última respuesta es simple, comencé a escribir desde los once años cuando tenía una amistad romántica con mi vecinito.
Alejandro y yo teníamos en común  nuestra amistad, nos llevábamos como cuatro años de diferencia en edad,  aunque siempre acudía a mí para aconsejarle cuando tenía problemas en su casa, en su colegio y con algunas chicas de su colegio.
 Nos sentábamos en la vereda de mi casa para conversar, me decía: Sara, tú como si supieras mucho aconsejas como una vieja. Seguramente habrá sido por que  las mujeres maduramos más rápido que los hombres, eso lo escuché alguna vez.

Nuestra amistad fue creciendo poco a poco, y  de pronto fue grande mi sorpresa cuando se declaró. Me encontraba sentada afuera en mi mecedora, en la vereda de mi casa,  estaba comiendo mi aguaje con sal. Llega Alejandro para buscarle a mi hermano, porque era su amigo, Le digo: Mi hermano no está, pero si quieres espérale.
¿Para qué le buscas? Le pregunte, sólo me dijo: No seas chismosa. Y como te va con la chica Celia de tú colegio, la que me contaste. -  Ya no me gusta -  hay otra persona que me gusta mucho y la quiero, pero ella es muy chica, no creo  poder estar con ella por su edad, es mucho menor que yo. Y Quién es? Le molestaba –  huy estás enamorado  – anda, cuéntame, yo no diré a nadie. Está bien  – Eres tú, sara-  Al instante que escuche mi nombre me dio ataque de risa, me burlé tanto de lo que me decía, que por poco me orino en la mecedora. Era algo absurdo lo que escuchaba, porque pensé, apenas tengo once años, soy una mocosa, y él dice quererme. Entre risas le dije: Como te puedo gustar si ni siquiera termino mí primaría y tengo once años, tú estás loco. – Puede que este loco – pero es lo que siento.  Y tú? –  Yo,  nada creo  - No lo sé – soló que somos amigos. Entonces  le aconseje: búscate a alguien de tú tamaño, las chicas de tú edad, ya comienzan a tener cuerpo de señoritas y son adolescentes, yo todavía soy una niña. -  Lo sé – Pero nadie piensa como tú. Se fue diciéndome, piénsalo.
No estaba para nada preocupada en pensar en una respuesta, sino me encontraba  más sorprendida por que era la primera declaración de amor en mi vida y pensé: Esta es la primera declaración de amor que me dan, es  para no olvidarme nunca. – Que chiflado es este Alejandro-  sonreí.  Yo continuaba con mis deberes escolar, y  coleccionando muñecas de papel, bañándome en la lluvia y jugando vóley.
Termino dándome cuenta que mi pasión por la escritura lo tengo desde niña, cuando escribía cartas largas de amor. Recuerdo una vez terminando de escribir una carta para Alejandro, mi padre toca la puerta de mi cuarto: Sara abre la puerta. ­– Un ratito papi- No me dio el tiempo para esconder mi carta, cuando mi papá empujo la puerta del cuarto, y desde luego, se percató que tenía algo en mi mano y que lo escondía. Me dijo: ¿Que tienes ahí? – Nada papi –haber enséñame para verlo. Hice un puño fuerte, forcejeamos nuestras manos, pero el término estirando cada dedito de aquel puño. Cogío mi inspirada carta de amor, me miro, y lo llevo consigo.
Mi padre se encerró en su cuarto con la carta, no lo vi toda la tarde, me encontraba preocupada por mi secreto que había descubierto. De pronto escuche: Sara, Ven aca – Que papi – Que es esto. Es una carta que escribí para alguien. – Que Alejandro es el vecino – No papi – es para mi amigo del colegio - Mucho cuidado hija, voy a estar al pendiente de ti, estas castigada, no vas a salir para nada.
Era el final, mi padre ya sabía que existía un Alejandro, que le escribía cartas de amor
Pasaron los años, yo siendo una adulta, mientras  teníamos una conversación sobre las cosas que me gusta hacer, le confesaba a mi padre que me gusta escribir, él me dijo: Yo recuerdo, que cuando tú eras una niña, te encontré con una carta de amor. Hija, cuando yo lo leí,  me daba la sensación que esas letras provenían de una adulta con talento poético, no de mi pequeña de once años. Entonces, hija,  siempre quise preguntarte: ¿Cómo lograste escribir de esa  manera aquella carta? Entre risas le conteste: No lo sé, solo escribía lo que pensaba. – Tú estabas enamorada – Me reí y le dije: Era una niña papá, las niñas no se enamoran, se ilusionan. Recuerdo que aquella vez no saliste  toda la tarde de tú cuarto, hasta  rechazaste el almuerzo de mi mamá. – Me encontraba sorprendido, hija – Pensaba en la historia que contabas en la carta, apenas tenías once años caray, estaba muy sorprendido por tú escritura de mujer culta con palabras raras y poéticas. Aún  lo conservo, lo tengo bien guardado. – Ojala algún día me lo muestres -  No pequeña, eso no pasara, esa carta me pertenece.
Sentada aquí en la orilla del mar, sé me vienen a la mente muchos recuerdos, o también lo podría llamar señales evidentes sobre mi pasión  por la escritura.
La escritura  nació conmigo, lo llevo  en mi mente y permanecerá en mi hasta el final de mis días.
Escribir para mí va más allá de un simple talento,  es un todo, es mi vida y mi ser, no encuentro la palabra adecuada para describirlo, me quedo anonadada.
 Escribir   es el motor que me permite llevar una vida  con felicidad.